Malvadeces o el Arte de Volver a Hacer Diabluras - Miguel Puga

Mago Migue
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En MALVADECES, Miguel Puga, nuestro “AmigoMagoMigue” recopila algunas ideas brillantes e ingeniosas para amueblar las conversaciones y los ratitos que pasamos con l@s amig@s. Esos ratitos son los tesoros más valiosos que poseemos y, en este libro, encontrarás algunas joyas para hacerlos brillar. Es un libro para malvad@s de buen corazón. Es un libro lleno de magia, de ingenio, de apuestas y de engaños buenos.

Desde niño me fascinaron los puzzles, juegos de lógica, las bromas y, sobre todo, la magia. Con apenas 9 años, cayó en mis manos un viejo libro llamado “Manual de Patomas”. En él, un alter ego del famoso pato Donald, ataviado con una capa y un antifaz, llamado “Patomas”, desvelaba varios secretos mágicos, sencillos pero eficaces, y mu- chos “pasatiempos” como los que nos ocupan. El amor por la magia me viene de antes, siendo aún más joven, pero con ese libro descubrí que los juegos de ingenio son un bien muy preciado y valioso para destacar en cualquier reunión o velada, lograr unas buenas risas, e incluso, ganar algunas apuestas aparentemente imposibles.

Miguel Puga

¡Qué alegría, por fin un libro para malvad@s!
Lo digo porque normalmente, algunos escritores pretenden mejorar el mundo con libros titulados “Sea usted el mejor emprendedor ”, “Cómo ser un líder de éxito”, “Cómo ser poderosa e influyente”… y yo no sé si el mundo se mejora así.

Para empezar, el mundo no sabe lo que quiere ser. No hay más que mirar las estanterías de las librerías y darse cuenta de que, el libro más vendido de las navidades, es un libro de recetas de cocina y el segundo un libro de dietas para adelgazar.

¡El mundo no sabe lo que quiere!.

“MagoMigue” es uno de los mejores magos que he visto en mi vida. No en vano es doble Premio Mundial de Cartomagia.

Gran conocedor, gran intérprete e inspiración de muchas generaciones de magos, entre las cuales, modestamente, se incluye la mía. Recuerdo asombrarme ante sus laicos milagros en distintos congresos de magia. Recuerdo su impecable manipulación, su pensamiento atinado y su “morro” hecho arte. Pero recuerdo, sobre todas las cosas, su generosidad a la hora de compartir ese tesoro tan precioso que es su conocimiento. Con él aprendía que solo podemos considerar tesoros aquellas riquezas que se multiplican al compartirlas: la amistad, el arte, el conocimiento, el amor…

Luis Piedrahita