Parte de la magia la tiene que vivir el espectador. Tiene que ser el protagonista. El público no siempre quiere que la magia suceda en tus manos sino en las suyas.
Este reto que te puede parecer imposible de lograr, se consigue y se viene consiguiendo desde hace mucho, mucho tiempo. Ya desde la época victoriana ni más ni menos. Y se logra con un arte ahora denostado e infravalorado: la sugestión.
En estas notas se otorgan herramientas para que domines y pongas en prácticas unos efectos desconcertantes e inquietantes que harán al público cuestionarse la realidad de lo que acaba de suceder.